Bronce inka.No se sabe con seguridad cuándo y dónde apareció el bronce auténtico (aleación de cobre y estaño), pero todo parece indicar que se inició en los Andes Centrales, en el valle del Lurín, en torno al año 850 y que su uso se difundió con una extraordinaria rapidez, de modo que antes del año 1000 ya se había desarrollado su tecnología en toda la codrillera, desde Chile hasta Colombia. Desde allí, por vía marítima conectó con la costa occidental de México, donde abundan las minas metalíferas.
La llamada Zona Intermedia también tiene una antigua tradición en el trabajo de los metales, casi tan antigua como la de los Andes. De hecho, allí se ubican los mayores expertos en aleaciones metálicas de la América precolombina: los muiscas. Estos amerindios mezclaban plata, oro y cobre en diversas proporciones, pero la aleación más exitosa fue llamada «Tumbaga» (de cobre y oro, que añadía resistencia a las joyas, sin perder su apariencia aurea: los muiscas, habitantes de Colombia y Ecuador son también los inventores del moldeo a la cera perdida, en el siglo I de nuestra era (hace 1.900 años).
En las culturas precolombinas de la Baja Mesoamérica destacan los mixtecos, cuyo origen es tan antiguo que se sospecha que ya existían en el período preclásico mesoamericano. Los mixtecos, además de conocedores de las técnicas antes citadas, fueron inventores de otras como la soldadura, la filigrana, el damasquinado, el chapado en oro..., en fín que su orfebrería era equiparable a la del Viejo Mundo. Los mixtecos también eran expertos en la fundición de cobre y conocían el bronce. Numerosos códices ilustran las técnicas de fundición y reducción de estos metales.
Sin embargo, a pesar de ser consumados metalúrgicos, los pueblos precolombinos se dedicaron únicamente en la elaboración de objetos de culto y suntuarios de plata y, sobre todo, oro. Incluso las mazas de guerra, que se fabricaban tanto en piedra como en bronce eran, a menudo, de prestigio. Los cuchillos también solían ser ceremoniales; la tecnología de estas joyas sólo estaba al alcance de las élites. La metalurgia no alcanzó la importancia económica y social del Viejo Mundo y aunque se fabricaron hachas, azadas, mazas, lanzas y otros objetos de bronce, eran más bien raros y no mejoraron sensiblemente la productividad de la mayoría de la sociedad ni la efectividad bélica de sus ejércitos.
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