Los trabajos que ellos realizaban la mayoría de veces era acompañados por un banquete que casi siempre consistía en chicha con varios alimentos.
Existen testimonios de cultos individuales como ofrendas en forma de atados.
Hay también testimonios de cultos colectivos, de consumo de alimentos en recipientes ceremoniales y acompañamiento musical con ataras y tambores.
Otra costumbre que tenían era que cuando por alguna razón se juzgaba que la huaca residente en el templo perdía su poder o estaba descontenta, la comunidad procedía a reconstruirla. Se derrumbaban los techos y las paredes y se quebraban las columnas, pero los cimientos era cuidadosamente sepultados y sellados. Sobre la plataforma se construía un nuevo ámbito de culto. El número de reconstrucciones guardaba relación con la importancia y el poder político de la comunidad encargada de su culto.
Ellos estaban acostumbrados a los sacrificios humanos en rituales religiosos o en ceremonias bélicas.
Momificaban las cabezas de las personas (muertas), adornándolas y tejiéndolas, para hacer sus ritos, como una ofrenda a sus dioses.
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